miércoles, 30 de noviembre de 2011

Intocables

Intocables.Para algunos un mito, para otros una anomalía humana,para cualquier psíquico sin embargo son el dolor personificado.
Todo en la galaxia parece mantener un extraño y retorcido equilibrio.Y en lo referente a las manifestaciones psíquicas no es distinto.
El don psíquico (la capacidad de canalizar las energías de la Disformidad para realizar actos de otra forma imposible,es un don(más bien una horrible maldición)escaso en el Imperio.Se estima de nace un psíquico por cada 1000 millones de habitantes.Esto los hace valiosos y a la vez temidos.La razón es su capacidad y sobre todo su reflejo en la disformidad.
Todo ser vivo tiene un reflejo espectral en el espacio disforme(una marca existencial).Un ser humano normal no es más que una pequeña luz mientras que un psíquico brilla con una fuerza increible.Esto los hace presas apetecibles para los demonios que habitan esta dimensión de pesadilla pues si consiguen poseer a un psíquico pueden manifestarse en la realidad.
Los llamados intocables(portadores del Gen Paria)son la total antítesis de lo significa ser psíquico.No tienen ni el más minimo reflejo disforme,a efectos prácticos en la disformidad no existen,a otros niveles son algo mucho más aterrador.Son personas sin alma.
Su sola presencia es incómoda a las personas que a nivel inconsciente los detestan pues sienten ese vacio.
Sin embargo quienes más detestan a los intocables son los psíquicos.La razón es que todo intocable genera un campo de vacio psíquico a su alrededor,una zona donde no solo no es posible actividad psíquica sino que todo aquel con capacidad para usar la disformidad se ve afectado.Los efectos son en casos minimos ceguera Psíquica(incapacidad para notar las corrientes disformes e inutilidad para canalizar).Los casos más agravados,van desde el coma,el daño neurológico,locura hasta catatonia sin retorno alguno.
Igual que los psíquicos tienes diversos grados de poder,los intocables varían en su alcance y fuerza de su vacio psíquico.Los hay que no afectan a más de unos pocos metros o necesitan contacto físico hasta casos realmente aberrantes(como el caso del Inquisidor Artesus cuyo campo de vacio tras recibir entrenamiento abarcaba 2 kilometros).
Un factor que comparten los intocables de mayor poder es una incapacidad empática muy acentuada.
Son personas calladas, retraidas y poco dadas al dialogo(En parte su condición les afecta a nivel social,en parte es dado por una vida de rechazos sin lógica por sus personas más cercanas,familia amigos,etc).Los casos más graves rozan el comportamiento autista.
Suelen tener algo en su físico extraño pero imperceptible,con frecuencia son poco gestuales y su mirada es vacía,desapasionada.Con todo esto no sorprende que la mayoria de ellos acaben como exiliados o con mala suerte,quemados.
Sin embargo para la inquisición estos individuos son sumamente valiosos.
Para una organización que lucha contra cultos del caos,psíquicos descontrolados y demonios disformes, tener a su servicio a intocables puede cambiar el curso de una batalla o incluso hacer que esta nunca se produzca.
La razón es que toda criatura del caos esta engendrada o vinculada a la disformidad,por lo que en teoría la sola presencia de un intocable es capaz de disipar la existencia en la realidad de un demonio y de anular los poderes de un brujo heretico.
El único punto que se puede considerar positivo de esta existencia es también una de las bazas por las que son tan buscados,son totalmente inmunes a poderes psíquicos e invisibles a cualquier intento de rastreo usando los poderes disformes.

Abominable inocencia



Tarsus,arbites con 30 años de servicio llegó al lugar. Otro día más en uno de los sectores industriales de la colmena Sibellus. Llevaba tantos años haciendo el mismo trabajo, preguntar, amenazar y su esto fallaba, ejecutar.Tanto tiempo que en ocasiones bromeaba para si sobre que su propia empatía estaba al nivel de los sacerdotes de Marte que pululaban por toda la colmena preocupándose solo por el buen funcionamiento de la maquinaria.Solo la maquinaria.
Según el informe un grupo de pandilleros estaban atacando un puesto de embarque de trabajadores de las minas y manufactorums.
El protocolo,el de siempre,eliminar cualquier amenaza hacia su propia persona y asegurar la zona hasta que llegaran los refuerzos.Lo había hecho decenas de veces,al fin y al cabo el trabajo de un arbitres designado a la subcolmena consistía en eso,imponer las reglas a un montón de indeseables que solo conocen la autoridad de una escopeta.Iba perfectamente preparado para la situación,el arma, la munición y el blindaje. Solo otro día más.
Pero para lo que vió en ese sucio callejón no estaba preparado.
Junto a lo que calculó serían los cuerpos de unos 10 trabajadores estaban también 4 pandilleros gritando agónicamente.A uno le sangraban las cuencas de los ojos y los oídos mientras golpeaba su cabeza contra la esquina de uno de los asientos del módulo de transporte.Otros dos estaban vivos,aunque en un coma total.El último sufría convulsiones mientras se ahogaba en sus propios vómitos. Decididamente esto no era algo que se viera todos los días.

El arbites hizo acopio de su valor y hecho un vistazo a los pandilleros.Eran de miembros de los "Mentales".
Había oído rumores sobre una pandilla de psíquicos de baja intensidad y sus intentos por tomar las calles de la subcolmena. Mutantes guapos les había llamado despectivamente su compañero de oficina, una molestia más a la espera de una purga eclesiarcal. Tarsus nunca fue de esa opinión, un mutante por muy "normal" que pareciese era un peligro y estos eran abiertamente hostiles a la sacrosanta ley de la colmena.
Sus anteriores actividades habían dejado un buen número de victimas.Los pobres alfeñiques que tenía delante de él no parecían tan peligrosos. Guardó su arma y echó un vistazo a su chrono,los refuerzos no tardarían más de 10 minutos en llegar.
Sacó su identificación y se dirigió al vagón de trabajadores.No tuvo ni que entrar para ver algo tan o más inquietante que lo que había presenciado fuera. No sabía que era pero algo no estaba bien.
Todos los supervivientes estaban agazapados en las esquinas del habitáculo.Lo que más le sorprendió es que sus caras no mostraban miedo sino un asco,una náusea instintiva,casi animal y todas esas miradas se dirigían al fondo del vagón.
Con cautela se acercó e iluminó con su lumen a aquel rincón oscuro.El haz de luz no tardó en mostrar a un joven de no más de 12 años.Su pelo se enmarañaba en una descuidada melena corta y parecía desnutrido,llevaba puesto un mono propio de los aprendices de minas. Entonces cuando dió un paso adelante,fue cuando sintió la náusea.Era algo más que asco,notó la sensación de estar delante de algo antinatural, una aberración.Tuvo que sacar toda su voluntad para no desenfundar su arma reglamentaria y disparar a aquel niño.Consiguió contenerse.
Se acercó al muchacho y lo que vió le puso el poco vello de su cabeza de punta.No es que el niño fuera aberrante físicamente(había visto cientos de veces mutantes de todas las edades),era algo en su mirada.Sus ojos no tenían brillo,no mostraban ni miedo, ni ganas de vivir,nada.Era como ver a los ojos de un muerto.

Cuando llegaron los refuerzos Tarsus dirigió el traslado de los supervivientes,mientras otros arbites se ocupaban de recoger los cuerpos.Los pandilleros tuvieron que ser trasladados a instalaciones médicas en espera de su testimonio.Con toda seguridad serían ejecutados pero a todos los expertos que estaban en la escena les sorprendió el estado de los delincuentes.
Justo cuando todo estaba tranquilo,cuando se fueron la mayoría de los cuerpos de seguridad llegó un pequeño vehículo.Era un carruaje neumático,un modelo propio de la nobleza pero de colores oscuros y formas muy sutiles.
De este salieron dos hombres y una mujer.Los hombres tenían un aspecto bastante peculiar.El más alto y fuerte mostraba rasgos y cicatrices propias de un mercenario o un soldado veterano.El otro individuo era más bajo.Lucía un corte de pelo propia de las bandas de pandilleros y tatuajes.Sin embargo transmitía una sensación de disciplina impropia de las bandas.
La mujer era harina de otro trigo.Sus rasgos,su mirada serena pero penetrante y su ropa ceñida a su cuerpo y de buena calidad transmitían un halo de autoridad que se imponía a sus compañeros.
No tuvo que pedirles identificación alguna, antes de que pudiera,la mujer sacó un visado inquisitorial.Aquella mujer trabajaba para un inquisidor y Tarsus no quería tener problemas con una organización capaz de eliminar planetas enteros.
La mujer se presentó y pidió que la llevaran junto al niño. El viejo arbites señaló al vagón,aquel joven no se había movido ni un ápice del rincón oscuro donde lo encontró.
Los tres individuos se dirigieron al vehículo.No tardaron más de 5 minutos en volver a emerger de la oscuridad del transporte.Junto a ellos,el extraño joven caminaba escoltado.Le habían puesto un collar con extrañas luces y runas al cuello.
La mujer dirigió una mirada al viejo arbitrador y con una entereza digna del más cruel y frío comisario dijo:
-"Le aconsejo que descanse unos días agente,mi maestro preparará su ascenso a una zona más segura.Sobre lo que ha pasado hoy aquí,usted no sabe nada,no vió nada y ni usted ni yo hemos tenido esta conversación.¿Ha entendido?-
La forma cortante en que se dirigió aquella joven le heló la sangre de tal modo que solo fue capaz de asentir con la cabeza.El siniestro grupo y el niño se metieron en el vehículo en el que habían llegado.
Tarsus espero a que el vehículo se perdiera en el laberinto de calles de la colmena para relajarse un poco.Sacó su bolsa de tabaco y rellenó una vieja pipa que siempre lo acompañaba en sus breves momentos de paz y descanso, esta vez se daría un pequeño homenaje, lo necesitaba.El silencio en aquella calle era sepulcral, como si toda la vida de un sector industrial( que no es precisamente poca pensó) se hubiera desvanecido de golpe. No le gustaba estar o sentirse tan solo,estaba asustado y aliviado a la vez.Sintió sin embargo una sensación aún más extraña.Una parte de su mente sentía pena por el funesto destino que aquel niño posiblemente correría. Por otra parte algo en su más oscuro interior se sintió aliviado de tener a aquel "extraño" lo más lejos posible.
El trayecto hasta su garita era de una hora,ese turno Tarsus,arbites con 30 años de servicio lo cubrió en la mitad de tiempo. Nunca fue un hombre con prisas, nunca hasta esa noche.